Cada vez más, los veterinarios recomiendan el uso del arnés frente al collar.

El arnés permite que la presión que el perro ejerce al tirar de la correa no se concentre en el cuello, porque se sujeta en el lomo evitando así, distintas lesiones como: dolor, contusiones o contracturas, que pueden afectar la movilidad del perro a causa de los latigazos cervicales.

Un perro con arnés puede hacer fuerza con el pecho y las patas sin dañarse el cuello. El fin es enseñar al animal a no tirar, pero si lo hace, durante el aprendizaje o en alguna situación particular, que no se lastime.

Si bien el uso de los collares está normalizado y es de uso común, no es lo más recomendable porque el collar se sujeta al cuello entonces, cualquier tensión o latigazo puede lastimarlo.

Por el cuello pasa la médula espinal que comunica el cerebro con el cuerpo por lo tanto es importante cuidarlo para evitar distintas lesiones.

Ambos sistemas se completan con una correa, las hay fijas o extensibles.

Las correas extensibles no son recomendadas porque siempre van tensas y cuando llegan a su extensión máxima provocan un tirón y pueden lastimar a nuestro perro.

Sí son recomendables las correas fijas, pero de al menos un metro y medio de largo, así puedes enseñar a tu perro a no tirar y caminar sin tensión. Lo importante es que la correa este relajada y colgante, para que el perro pueda ir andando sin tensión.

En conclusión, arnés y correa larga fija resulta más seguro y cómodo para el perro, así aprenderá a disfrutar de sus paseos sin tironear.