Aunque parezca difícil de creer, el SIDA no es sólo una enfermedad humana. De hecho, el virus del VIH surgió en comunidades de chimpancés africanos. En este caso, se trata de un virus distinto: el VIF o virus de inmunodeficiencia felina, que no puede contagiarse a humanos. Tal como sucede con la enfermedad que todavía es considerada una pandemia en el mundo, el SIDA felino es una condición de gravedad que debe prevenirse y tratarse.

Lo primero que debes saber es que no existe vacuna para inmunizar a tu gato frente a esta enfermedad, pero sí existen medidas preventivas que ayudarán a protegerlo.

Esta enfermedad ataca el sistema inmunitario de los gatos, destruye sus linfocitos (células de defensa) y lo vuelve vulnerable a otras enfermedades e infecciones que pueden causarle la muerte.

Típicamente el contagio del SIDA felino se da a través de una mordedura (por medio de la saliva o la sangre) y provoca en el tiempo un deterioro de la salud del gato, aunque en muchos casos no se perciben síntomas al principio. De hecho, si cuidas de la alimentación y salud de tu gato adecuadamente, es posible que tu gato sobreviva muchos años sin problemas.

Si sospechas que tu gato pueda tener una enfermedad inmunodeficiente como el SIDA felino podría manifestar alguno de estos síntomas: fiebre, pérdida de apetito, gingivitis o problemas bucales, infecciones, diarrea e inflamaciones del tejido conjuntivo.

Ante estos u otros síntomas de enfermedad, es prioritario que consultes con un veterinario que con una revisión ocular combinado con análisis de sangre podrá determinar cuál es el diagnóstico.

Si bien los gatos que viven en la calle están más expuestos al contagio de este tipo de enfermedades, cualquier gato podría ser portador del virus sin saberlo, por ejemplo heredándolo de sus progenitores.

Una vez que cuentes con el diagnóstico ¡no desesperes! Tu veterinario te asesorará sobre tratamientos preventivos y de salud que aseguren que tu gato no pierda defensas y mantenga el virus a raya sin manifestar síntomas de desmejora.

De cualquier modo es importante que si tienes otros gatos en casa puedas diagnosticar a todos y tomar medidas de precaución adecuadas para evitar el contagio. Por ejemplo, no permitir que compartan platos de comida.