Siempre que se administren bajo supervisión, sí se recomienda dar huesos carnosos crudos a los perros. Resultan un complemento para su dieta, son seguros, suelen ser masticados y comidos en su totalidad, son más flexibles, no se astillan y aportan colágeno, calcio y fósforo entre otros nutrientes.

El tamaño del hueso debe ser acorde al tamaño del perro, por ejemplo que no sea fácil que pueda tragarlo entero.

No dárselos cuando tienen hambre para evitar que se desesperen. Con la panza llena es un entretenimiento, la acción de desgastar el hueso les permite limpiar sus dientes y mantener una mejor higiene bucal. Un buen momento para ofrecerles es después de comer y sostener el hueso por uno de los extremos mientras empieza a mordisquearlo, así le enseñas a no devorarlo y a entretenerse un buen rato.

Actualmente muchos especialistas recomiendan a los dueños de perros que migren progresivamente a una dieta BARF, es decir, a base de alimentos crudos, pero siempre sobre la base de conocer el estado de salud de tu mascota. Consulta con tu veterinario de confianza antes de incorporarlos a su dieta, nuestras notas son sólo de carácter informativo.

Ten en cuenta que NO se recomienda dar huesos crudos en el caso de que tu perro tenga problemas de sobrepeso, problemas hepáticos o hipertiroidismo.

En cambio los huesos cocidos si son muy peligrosos, cocidos se tornan afilados, pueden astillarse y causar graves daños internos a sus órganos.

Fuentes: https://www.uncomo.com/ y https://www.decaninos.com/